Para el sufrimiento y la tortura interior (“las procesiones que van por dentro”); sobre todo si se esconde tras una apariencia indiferente y feliz. Alivia la turbación o ansiedad producidas por la falta de auto- aceptación. Elimina tensiones que suelen alentar el sentido de auto-destrucción. Para las tendencias al “escapismo” y a refugiarse en adicciones. Ayuda a mostrar lo oculto, a la aceptación, el reconocimiento y la honestidad con uno mismo.